jueves, 17 de noviembre de 2011

Fiesta en el mar




La almeja Carolina estaba muy atareada aquella mañana, tenía que preparar sus clases de canto ya que daba comienzo el curso, era una almeja algo vieja pero muy sabida en temas de música, había tocado el piano en los mejores teatros de el océano, era enjuta y muy coqueta, aunque su carácter se había agriado con los años.
El grupo de canto lo formarían ese año: el cangrejo Serafín, algo atrevido con las chicas para el gusto de Carolina, Tomas el calamar, la estrella Marina que era la preferida de la señora almeja, ya que su voz era la más aventajada era una criatura tan dulce…, el silbato Honorato que venía de un barco hundido hacía muchos años en aquellas aguas, era muy refinado pues en el barco viajaban personas muy adineradas, claro que algo turbio lo envolvía, no contaban cosas buenas de aquel Titanic…Y así un largo grupo de alumnos que iréis conociendo.
Con la ayuda de Marta una manta de avanzada edad Carolina comenzó a preparar sus clases, sobre Marta escribía las partituras con la tinta de una joven sepia que siempre estaba dispuesta a echar una mano por el solo el placer de escuchar a Carolina tocar el piano, la almeja estaba segura que algún día no muy lejano sería su sucesora.
Se estaba preparando la fiesta de la Sirenita, una fiesta que traía a todas las jovencitas del fondo del mar de cabeza, ya que todas querían ser coronadas como la mejor sirena, para el evento, contaban este año con la participación de Carolina y sus jóvenes voces. Muy emocionada contó sus ideas a los alumnos los cuales se lo tomaron con ilusión y alegría. Tenían un largo trabajo por delante , pero con tesón y esfuerzo saldría a la perfección, de eso no tenía duda Carolina.
Puso el horario y pidió mucha puntualidad ya que no había tiempo que perder, así comenzaron los ensayos, todos puntuales y dispuestos, las cosas estaban saliendo muy bien y Carolina estaba muy satisfecha con su clase.
Eligieron un vestuario acorde con la fiesta, los chicos irían vestidos con pantalón largo negro con la raya muy bien planchada les decía Carolina, y una camisa del mismo color, las chicas llevarían un traje de gasa negra con un bonito lazo en la falda con cristales de colores, el pelo lo llevarían recogido en un moño y los zapatos tenían que brillar, ya se encargaría ella de pasar revista antes de salir.
El lugar donde se iba a realizar el espectáculo estaba engalanándose para ese día, miles de medusas rodearían la gran puerta sacando el más bello tono azul eléctrico, serían como luces de neón .
La clase tenía aquella noche después del ensayo una fiesta para recaudar dinero para el viaje de fin de curso, todos los alumnos estaban en el instituto y claro esa fiesta no querían perdérsela por nada del mundo, lo único que preocupaba a Carolina eran las corrientes frías del océano. Muy seria como de costumbre hizo una advertencia a sus alumnos;
-“ Espero que no lleguéis muy tarde de la fiesta ya que en pocos días actuamos para un público muy sabido en lírica y tenemos que quedar bien”.
Todos prometieron no llegar demasiado tarde y por supuesto no acercarse a las corrientes frías, cosa que no tranquilizo demasiado a Carolina.
Uno a uno se fueron preparando para la gran noche, para muchos de ellos sería la primera fiesta de sus vidas, imaginaros la emoción.
Llegaron puntuales no querían perderse nada de aquella noche, tengo que deciros que el cangrejo Serafín estaba de novio con la sepia que tanto ayudaba a Carolina, pero como era algo más pequeña no la dejaron ir a la fiesta.
Las horas pasaban y la fiesta estaba muy animada, bailaban, cantaban, reían…
Iban a nombrar a la Sirenita reina y la emoción se podía palpar, todas las candidatas eran preciosas pensaba Honorato que sin querer dio un pitido de emoción, pero antes de nombrarla y para dar más intriga propusieron un juego, en ello estaban cuando de repente las corrientes frías del océano hicieron su aparición, tan enfrascados estaban en el apasionante juego que no se percataron de su presencia pasados algunos minutos.
Marina comenzó a toser le molestaba levemente la garganta, pensó que sería de las emociones vividas y que descansando se le pasaría, terminaron la fiesta a altas horas de la madrugada y al salir se dieron cuenta con miedo que las corrientes frías estaban allí,-“ ¡madre mía!”, exclamó Marina,” ahora entiendo lo de mi dolor”.
A la mañana siguiente no solo a Marina le dolía la garganta, a más de un alumno le habían afectado las corrientes que tanto temía la almeja Carolina. La clase comenzó pero tuvieron que parar, entre toses, estornudos y ronqueras, ¿qué hacemos ahora? Preguntaba Carolina tan solo tres días nos separan de la fiesta de la Sirena reina, vosotros lo sabéis bien ya que anoche fuisteis a su nombramiento y después de una gran regañina los mando a casa a descansar a ver si así podían actuar.
Carolina estaba muy afectada porque había puesto mucho en este proyecto, para que por una salida sin control todo se fuera al garete, por allí paso Elena la ballena y al verla tan afectada no pudo más que entrar a ver que le pasaba, Carolina le contó lo sucedido, Elena comenzó a reír, no te preocupes mujer y comienza a sacar brillo a tus perlas para la ocasión los jóvenes se recuperan rápido y además está por aquí el doctor delfín que es una eminencia en temas de afonías, manda a los chicos a su consulta y todo solucionado recuerda cuando tu y yo salíamos a hasta altas horas de la noche. Después de hablar con el doctor Carolina se tranquilizó, aunque no se le pasaba el enfado.
La tarde antes de la fiesta, Carolina citó a todos para un ensayo general, lo más temido se hizo realidad, algunas gargantas no estaban al cien por cien y no había nada en el mundo que temiese más Carolina que quedar mal ante un público tan sabido, muy enfadada decía sin parar seremos la comidilla de todo el océano, las corrientes frías se alegraran de mi fracaso, siempre fuimos rivales en las clases de piano y cada vez más irritada se marchó a su casa cerrando la puerta fuertemente tras de sí.
La hora había llegado, todos estaban puntuales y con una perfecta presentación, a Carolina le temblaban las perlas, no paraba de moverse poniendo nerviosos a todos.
De repente fueron llamados al escenario, se colocaron como lo ensayado las luces bajaron de color y Carolina dio la entrada, nadie cantó, a Carolina se le descompuso la cara y dio una nueva entrada, Marina y Serafín entonaron la canción uno a uno se fueron animando todos los demás el concierto salió a la perfección, la sirenita reina felicitó en público a Carolina y al coro que tanto la había emocionado una gran ovación se escucho en el océano y a Carolina se le cayeron las perlas.
Carolina tuvo que disculparse por su dureza ante los alumnos y prometió ser más flexible en los próximos ensayos, claro que la almeja era muy vieja para cambiar, lo que ocurría es que aunque gruñona todos la admiraban y la querían.





Nati del Barco gallardo