jueves, 29 de octubre de 2009

El viejo puente


Corrían aires místicos por aquellos parajes, más aires que místicos, diría yo, después del paso del tiempo.
Un puente de madera sostenía nuestras ilusiones y sueños guardando los secretos que le permitían sus viejas fuerzas (por decirlo de una forma elegante).

Aquellos eran tiempos de felicidad; un reloj marcaba incesantemente las horas en Re, que son las horas felices, todo era tan sencillo como la luz de una vela o un lavabo compartido. Yo escribía historias de dragones y princesas y él cantaba canciones de Amor y denuncia... así corrieron años de confidencias y complicidad.

Pero en aquella historia aparecieron también las hermanas siniestras, que no tardaron en desplegar su oscuro velo de tristeza, machacaron nuestras ilusiones de niños y nuestras verdades (olvidaba mencionar que mi amigo es un citruéñigo blanco y estos citruéñigos, como todo el mundo sabe, están hechos sólo de Verdad), enterraron lo único que él creía en una fosa común para que nunca pudiera encontrarlo y se alejaron en la oscuridad como sólo saben hacerlo los cobardes.
Entonces mi citruéñigo sintió dolor y se sellaron sus labios. Ya no hubo confidencias en el viejo puente y los cuentos de princesas se convirtieron en historias de brujas y nuestro reloj común dejó de marcar las horas en Re.
Como quien perdió todo, mi citruéñigo, comenzó a pulular por los rincones sin más carga ni equipaje que un Amor por conjugar y con miedo, tanto que decidió mirar a través de sus cristales para evitar que los aires de tristeza, que las hermanas siniestras habían traído, empañaran su corazón (aunque hubo quien decidió pensar que se escondía detrás de ellos).
...Pasaron muchos inviernos hasta que un rayito de Paz llegó de nuevo a nuestras vidas, tengo que decir que el que llegó a la mía aún sigue aquí (y espero que nunca se vaya) y los dos rayitos que llegaron a la suya también están aquí, calideciendo su alma.
Y los tiempos de tristeza fueron y vinieron, pero cada vez venían más de frente y se marchaban con la luna llena para que así, al menos, podamos ver hacia dónde se dirigen. Los rayitos de Paz trajeron en sus manos un reloj nuevo, que ya no marca las horas en Re pero sí en La Mayor.
Espero que algún día mi citruéñigo me pida que busquemos esa fosa y rescatemos a su Dios que aún permanece debajo del puente.
Hoy también corren aires, pero ya no llevan tristeza, son aires de Paz cargados de ilusiones nuevas y compartidas por duendes y hadas que son escudos perfectos contra las hermanas siniestras.
Ahora vamos construyendo nidos para vivir que sostienen nuestros corazones llenos de Paz.

La palomita

Esta palomita la encontré en un blog y es un homenaje a mi padre que ha fallecido, con vuestro permiso; él siempre las hacia para mí, un beso y gracias.

martes, 27 de octubre de 2009

La bota peregrina


Caminaba como siempre por senderos solitarios, sus amigos eran los arroyos que le ofrecían sus frescas aguas para aliviar el calor de una dura jornada. Un poco cansada, nuestra vieja bota, decidió dar una cabezadita para más tarde retornar el camino. Observó asombrada que a su lado y muy de cerca, la miraba otra bota reluciente con todos sus colores brillantes, sin ningún rozón y con dos velcros rojos para poder abrocharse. Era de color blanco inmaculado y sus adornos y tachuelas en rojo y plata… ¡que bonita era!, casi le dio vergüenza saludarla por su aspecto tan desangelado. Ella estaba descolorida de tanto caminar, sus cordones, ya desgastados por el tiempo, colgaban sin poder anudarse, sus tachuelas estaban oxidadas por la lluvia y el sol y su voz había quedado ronca por el polvo de los camino. Algún roto asomaban por sus suelas, pero… dejó los complejos a un lado y le preguntó:
-… “Bueno ¿y cómo has llegado hasta aquí?”
Mirándola con aires de superioridad, como todos los superiores, respondió:
-“Pues accidentalmente, ¿cómo sino? Iba de viaje en una caja de madera preciosa, charlando animadamente con mi compañera, cuando el coche dio un giro inesperado y caí. El golpe fue tan duro que me desmayé y al despertar me vi en este horrible lugar y sola. Después de mirar, observé que tú dormías y me acerqué a ver si podrías ayudarme a encontrar mi camino, pues yo iba con más botas a una tienda de diseño, claro que el lugar no lo recuerdo, pero si veo la tienda sí.”
Después de escucharla, la vieja bota contestó:
-“El camino será duro y a veces hay que andar kilómetros, tanto haga frío como calor, llueva o tengamos barro.”
-“Qué horror, yo no he nacido para esto, con mi juventud y mi belleza. Tú, por el contrario, sí. Eres tan vieja y tan fea… imagino que me darás prioridad a la hora de escoger los mejores caminos y parar cuando esté cansada. Yo soy de ciudad y sé mucho más que tú, seguro que no sabes nada de diseño y no habrás alternado con la gente que he alternado yo”.
- “¿De dónde habrá salido una bota tan remilgada?” se preguntó, “cierto es que de esas cosas de las que me habla mucho no sé, pero a ver cómo se las compone mañana por estos montes y matorrales y cómo se guarecerá de la lluvia”.
- “Bien, jovencita, será mejor que descanses, mañana comenzaremos el camino bien temprano.”
- “Yo no estoy acostumbrada a madrugar”.
-“Pues yo tampoco a esperar a nadie, soy una bota peregrina, lo soy desde que tengo uso se razón. Camino por lugares inimaginables, me mojo, me ensucio, pero lo que la naturaleza me ofrece creo que tú jamás lo has visto.”
-“Qué asco”, pensó nuestra nuestra joven bota,”se ensucia, se moja y…¡ pretenderá que yo haga lo mismo!. ¡Peregrina! vaya oficio, pero… mañana veremos”
A la mañana siguiente la vieja bota comenzó su camino, no le gustaba perderse el amanecer de un nuevo día, después de andar un gran trecho escuchó los pasos apresurados de su joven compañera que con la voz entrecortada por el cansancio le dijo:
-“¿Cómo no me has despertado? Quedamos que yo ponía las normas.”
Después de reírse un gran rato la vieja y astuta bota le dijo:
-“Eres muy ingenua y muy prepotente para necesitar de los demás, ya te dije ayer que yo soy una bota peregrina y aventurera y si quieres permanecer a mi lado un tiempo en mi vida tienes que saber que no hay normas”.
Caminaron de forma diferente; una feliz, descubriendo paisajes nuevos, puestas de sol de colores extraordinarios, valles verdes con manchas rojas, blancas y amarillas por la cantidad de flores diferentes. La otra, amargada porque comenzaba a ensuciarse y su prioridad era un riachuelo para lavarse.
-“No te mojes tanto pequeña, apagarás tus colores y desgastaras tu tela. Dale valor a lo importante y disfruta de estos paisajes tan bellos, parecen estar pintados con témperas o acuarelas”.
-“Pintados dice, loca es lo que está, ¿crees que tardaremos mucho en llegar a mi destino?”.
-“Pues si te soy sincera no estoy muy segura, ni siquiera sé si lo encontraremos”.
…Y siguieron caminando. Nuestra vieja bota, al ver a la jovencita tan triste, malhumorada y sin disfrutar, comenzó a contarle una historia de sus andadas y poco a poco la joven bota se interesó más y más hasta tal punto que olvidó dónde quería ir y al mundo tan poco verdadero al que pertenecía. Se fue encariñando con la vieja bota. Comprendió después de muchos kilómetros vividos a su lado que eso sí era vivir y que una bota no ha nacido para estar en una exposición hasta que pase de moda y sea arrinconada en el almacén de la tienda de diseño.
Y comenzó a disfrutar de los caminos, saltando en los charcos, guareciéndose del frío entre dos grandes rocas, descansado en grandes arboledas y aprendiendo de las experiencias de su amiga la vieja bota, porque bien cierto es que el hábito no hace al monje pero la edad si te hace sabio y no la belleza exterior. Aprendió que cualquier camino en la vida es hermoso y respetable y decidió ser una bota peregrina y así tener vivencias que poder contar.

..Tanto anduvieron que juntas llegaron a FINISTERRE.

…bueno Amigo Gringo aquí tienes el cuento que me pediste, si te fijas las peregrinas son muy peculiares espero que te guste,
con cariño, Nati del Barco.

viernes, 23 de octubre de 2009

Chocolateandonos de placer por Javi.

Uno de los regalos de Javi fue esta deliciosa tarta de chocolate que degustamos los que celebramos mi cumpleaños.

miércoles, 7 de octubre de 2009

La ciudad de las plantas verdes

Este cuento está dedicado a Indira y Nerea para que igual que ahora disfruten siempre de lo nuevo.
Con todo mi cariño Nati del Barco