sábado, 25 de junio de 2011

Hada



Era de esos días que el sol calidece las almas, cuando su preciosa carita irrumpió de repente para alegría de todos. Sus padres no lo dudaron, su venida fue tan mágica que su nombre sería Hada.
Pasaron inviernos y veranos, noches y días, Hada crecía feliz entre artesanos, malabaristas y gente muy especiales. Hada había tenido mucha suerte, había nacido en una familia que no solo amaba la naturaleza si no que también sabían disfrutar de ella. Todas las tardes sus padres iban con ella al campo, así Jara, su perro, podía correr y quemar toda la energía acumulada durante el día, la pequeña era muy feliz con la brisa que acariciaba su carita, le encantaba perderse entre las amapolas y la lavanda, mientras su madre la observaba tejiendo lindas coronas de margaritas silvestres que Jara destrozaba siempre que intentaba olerlas.
Algunas noches su padre montaba una tienda de color azul y la pasaban mirando al firmamento, Hada siempre se dormía escuchando el murmullo de los pajaritos y el suave silbido del viento que traía aromas a libertad.
Un día vino el viento del sur y trajo a las hermanas siniestras, el invierno se instaló de repente en el corazón de mamá y papá. Hada, aunque pequeña, notaba que las cosas no iban bien.
La alegre habitación de mamá se tornaba triste y oscura cada vez más a menudo, las risas y cantos se estaban enmudeciendo y hasta la brisa y las flores del campo habían palidecido.
Pero Hada pidió un deseo y lo hizo desde sus sueños de niña inocente, pero poderosos por que se piden sin condiciones.
Pidió un dedal para que el dolor no duela y que lo inmenso los abrazara como el mar… y al despertar el viento del sur se había marchado, llevándose con él a las hermanas siniestras y en su lugar dejó un reloj que marcaba las horas en re que son las horas felices.
Y así sus padres construyen un nido donde vivir eternamente juntos.
Porqué todo lo que se desea con la inocencia de un niño se consigue.
Para Hada, la personita que alivia y distrae las oscuras horas de los mayores.
Con mucho cariño Nati del Barco.
2011.

sábado, 4 de junio de 2011

Soñando con Hadas



Esta historia, ocurrió hace mucho tiempo, pero bien podría haber ocurrido en nuestros días, ya que a veces las cosas no cambian tanto como pensamos. Pasó cuando los árboles se tiñen de ocres y dorados y el verde es más intenso que en otras ocasiones, el bosque desnudaba poca a poco, su alma, quedando a la vista de todos el inmenso valle que se rendía a sus pies.
Junto al pequeño riachuelo estaba una niña de lindos cabellos que enredaban al compás del viento, un viento que ofrecía aroma a tierra mojada. Con la libertad que le producía la inmensidad del valle, comenzó a danzar feliz y fugaz como lo hacen las estrellas en la madrugada.
De pronto una risa juguetona, interrumpió la danza, la niña corrió a ocultarse detrás de unos rocas, algo revoloteó a su lado, no logró ver de que se trataba, el miedo había cerrado sus ojos. Cuando consiguió abrirlos todo estaba en calma...
De lejos una voz anunciaba la hora de regresar, rompiendo su tarde mágica.
Se levantó algo cansada a la mañana siguiente intentó en vano, convencer a su madre de no ir a clases, esa mañana repartían los papeles para la obra de teatro, estaba segura de que no habría papel para ella. Su convencimiento la hacía sentirse distinta a todos los demás.
Dieron los papeles, el profesor de arte la miró sonriendo y con un guiño de complicidad le dijo muy bajito:”serás la voz en off de mi obra”, no podía creerlo por primera vez, tenía un papel, no solo eso, no tendría que mostrarse delante de todos, con lo que a ella le incomodaba, feliz corrió a su casa y acomodando los cojines en la silla se sentó a comer, contagiando su entusiasmo al resto de la familia, a todos menos a su madre que no le parecía interesante el papel que le habían dado a su hija, pero prefirió callarlo para no romper la alegría de todos.
La niña bajaba como cada tarde al valle, leía una y otra vez, la obra, no podía fallar, su primera actuación tenía que ser perfecta.
Entusiasmada fue a los ensayos, sus compañeros la miraban, algunos con simpatía, otros con desgana (no podemos ser a gusto de todos), sus piernas comenzaron a temblar, las manos se le humedecían y la voz le salía entre cortada. El profesor paró el ensayo, mandó repetir desde que entra la voz en off dijo en voz muy alta.
Cuando terminó el ensayo, se dirigió al valle, llovía y decidió tumbarse sobre la hierba mojada, un sentimiento de culpa y vergüenza la rodeaba, impidiendo que pudiera disfrutar del momento, los ensayos se habían convertido en algo terrible para ella, e incluso pensó dejarlos, cabizbaja y sollozando entró en casa, su madre la observaba desde la cocina, sabía bien que le pasaba o al menos lo imaginaba.
Tiró la mochila a un lado y se tendió en la cama, abrazando a Campañilla su muñeca favorita, contándole todo estaba cuando el sol se ocultó detrás de las montañas que rodeaban su casa, cuando volvió a ver revolotear algo cerca de ella, se tapó la cara con su muñeca, pero la curiosidad hizo que abriese los ojos, sin apartar la muñeca de su húmeda cara.
Una luciérnaga iluminó la habitación, ese fue su primer pensamiento y poco a poco separó la muñeca de su cara.
No podía creer lo que sus ojos estaban viendo, era un hada, sus alas eran transparentes, podía ver tras ellas, pero tenía destellos de colores brillantes, cuando revoloteaba caían polvos azules de sus alas y un olor a calma invadió la estancia. De repente dejó de mover sus alas y mirando a la niña con una mirada inocente le dejo: “mira conmigo detrás de la ventana”, que se cerró de golpe.
El escenario que el hada le mostró era muy familiar para ella, vió a su familia y como todos tenían sus miedos, también le mostró como se preocupaban por ella y a su vez por los demás, no entendía nada, en sus ojos, vio el hada su pregunta, pero no has venido a convertirme en princesa y a resolver todos mis problemas?, el hada la tomó de la mano y la invitó a ver una representación.
¡Es mi obra!, exclamo la niña, pero ella no estaba.
No había voz en off, lo que hacía muy difícil que los espectadores pudieran entender con claridad la obra, observó con sorpresa que su madre se encontraba entre el publico y a su lado muy triste estaba ella, con la desesperación del que no entiende nada miró al hada que sonreía alegremente, cosa que inquietó más a la niña.
El hada le dijo observa en silencio y al finalizar, pudo darse cuenta que sus compañeros también fallaban alguna vez, que muchos la echaron de menos e incluso el profesor, tuvo que hacer la voz en off, para no seguir aburriendo al publico, era cierto que algunos compañeros se alegraron de su ausencia pero eran los mismos que se reían cuando fallaban los demás.
Así con esos pensamientos y observaciones dejó el hada durmiendo a la niña.
Cuando despertó, no sabía si había sido realidad o un sueño, pero al coger sus pantalones del perchero un brillante polvo azul cayó de sus bolsillos. Comprendió que la visita había sido real y que cualquier persona es importante en la obra de la vida, que no hay papeles, pequeños ni grandes, que igual que hay quien no nos quiere, hay quien si lo hace.
Más ilusionada que nunca se marchó a clase aquella mañana y con lo seguridad y el convencimiento del que se siente querido y valorado, entró en el aula de teatro, comenzó a leer su parte de la obra. Hubo equivocaciones, pero no por eso se dejó de representar.
Cuando terminó una sensación de bien estar lo inundó todo, junto a los aplausos, vio revolotear algo a su alrededor pero en esta ocasión no cerró sus ojos.

Para Yohanna la niña que sueña con hadas.
Con mucho cariño Nati del barco
Junio 2011.