lunes, 23 de agosto de 2010

Gotita


-“¿A dónde vamos ahora mamá?...”El viento seguía azotando fuerte mientras el color del cielo se volvía más gris.
-“¿A dónde vamos ahora?...”
Aquella gotita era muy insistente, aunque eso no debe extrañarnos, porque como todo el mundo sabe, no hay nadie en la tierra que supere en curiosidad e insistencia a una gotita de agua sobre todo si se trata de agua de lluvia, su curiosidad puede agotar la paciencia a cualquiera.
-“Ya lo verás, no seas tan impaciente”, contestó su madre la gota de lluvia mientras le limpiaba la cara con un trocito de nube.
Había algo peculiar en aquella tarde, tal vez se tratara del gris plomizo del cielo o aquel viento tan fuerte que agitaba las gotas de agua como si fuera una coctelera gigante… o tal vez se tratara de algo nuevo.
Nuestra amiga, la pequeña gotita, no sabía de qué se trataba. Miraba y miraba alrededor pero no acababa de descubrir qué era lo que hacía distinta aquella tarde.
-“¿Qué ocurre hoy mamá?”, preguntó por fin la gotita.
-“Espera un poco, que ya llegamos”; le contestó su madre. La curiosidad de aquella joven gotita estaba creciendo por momentos. Ya había hecho muchos viajes con su madre y sus hermanas, había visto montañas y bosques, casas, rebaños y gente, hasta había visto un día la nieve, ese montón de estrellitas blancas que mamá decía que eran nuestras hermanas del norte.
Pero en aquella tarde había algo especial, algo distinto a todo lo que había visto antes.
-“¿cuánto falta?”¿Vamos a llegar pronto?”, volvió a preguntar impaciente gotita.
- “Pronto”, contestó resignada su madre.
De repente, como si de la noche se tratara, llegó la solución como las estrellas… lo nuevo, lo que no estaba antes, lo que nuestra amiga no conocía era “EL OLOR” se trataba de un olor peculiar, entre el olor a campo y a los recuerdos pasados, un olor parecido al olor del ayer, como la esencia de una tarde de otoño en la memoria. Resultaba un olor envolvente como la brisa cálida pero a la vez esponjoso como una nube.
-“¡Mamá, mamá!¿A qué huele?
-“Huele a tierra mojada”, contestó su madre mientras el viento las llevaba cada vez más y más lejos montadas sobre su nube de algodón.
A tierra mojada, pensó gotita, la tierra es esa mancha de allí abajo, que cambia de color a cada momento y se vuelve verde o marrón, rojiza o amarilla… y puede ser lisa o con rayas, que desde la altura le otorgan un aspecto mareante…
Pero: ¿Qué será mojada?, pensó nuestra cabecita inquieta.
-“Mamá, ¿Qué significa mojada?”-preguntó al momento ante la mirada de desesperación de su pobre madre- “¡dímelo!”
-“Mojada es cuando otras gotas de lluvia viven dentro de ella”, respondió su madre aunque sabía que gotita volvería a preguntar.
-“¿En ella?”, “¿quieres decir allí abajo?”... “¿y no se aburren?”,dijo nuestra amiga confirmando las sospechas bien fundadas de su madre.
-“No, no se aburren, porque entre otras cosas tienen, mucho trabajo, como alimentar, dar de beber a las flores que viven en ella, hacer que crezca la hierba… tienen mucho que hacer”.
Gotita presentía que algo iba a pasar, aquel olor tan nuevo y sobre todo aquella sensación de estar viviendo algo único no podían ser casuales. Y entonces, en un arrebato de madurez optó por primera vez en su vida por guardar silencio y disfrutar del viento y del viaje. Permaneció muda, observando todo lo que se movía a su alrededor.
Sus hermanas, las gotas de lluvia, jugaban con el viento haciendo divertidas coreografías… bien hacían la ola, o se cruzaban unas con otras bailando la polka riendo y cantando sin parar, sólo Gotita permanecía pensativa, ajena a la fiesta de las gotas de lluvia.
El viento que empujaba su nube era el viento del Sur, era muy agradable flotar sobre él porque aunque no hacía cosquillas como el viento del norte o el mistral era cálido y susurrante… mientras flotaba y se dejaba llevar por el viento escuchó una voz a su lado.
-“gotita, gotita”, dijo la voz.
Gotita se volvió y descubrió y descubrió que la voz procedía de un pájaro que estaba planeando junto a ella.
-“¡Ah! ¿Cómo es que sabes mi nombre?”,preguntó nuestra amiga a aquel extraño pájaro casi sin pararse a pensar en lo que decía.
-“Lo sé, dijo el pájaro, porque soy un pájaro adivino y vengo de la montaña azul, que conoce tolo lo acontecido y todo lo que nos traerá el porvenir…
Gotita quedó muy impresionada por aquellas palabras y miró despacio a aquel pájaro tan extraño.
Mientras le observaba meditó sobre la supuesta sabiduría de aquel ser que probablemente no mentía sobre su procedencia y aquella montaña mágica pero no tenía nada de adivino conocer que se llamara “Gotita” porque era el nombre que su madre daba a todas las gotas de lluvia.
-“¿Porqué tendría que creerte’”, dijo entonces Gotita, si todas nos llamamos igual no es raro que conozcas mi nombre.
-“Te demostraré que en verdad soy un pájaro adivino, pregúntame lo que desees y yo lo adivinaré.”
Gotita pensó que aquella era una oportunidad de oro, por fin podía estar segura de que no esquivarían su curiosidad y preparó cuidadosamente su pregunta.
-“A ver, pájaro, ¿qué es lo que va a ocurrir hoy? ¿ Porqué este olor tan especial’”- preguntó Gotita.
También el pájaro guardó silencio y se movió con parsimonia, como todos los buenos adivinos. Pasado un rato puso voz ronca, para parecer interesante, y abriendo majestuosamente el pico dijo:
“Hoy es el GRAN DÍA, el día en que abandonarás la nube en la que has vivido y te precipitarás al mar, verás entonces que en verdad soy un pájaro adivino”, dijo el pájaro cada vez más nervioso porque el viento del sur se movía más y más recio.
-“Ahora tengo que irme, suerte, joven amiga y cuidado con el maaaaaaar”, dijo el pájaro mientras se alejaba en el horizonte que se volvía cada vez más y más gris.
Entonces, ocurrió algo espantoso, su nube, la cama mudilla en la que vivió siempre con sus hermanas se partió en dos y todas ellas comenzaron a caer precipitadamente sobre una inmensa fosa de color azul distinta en todo, distinta a la tierra que ella había visto, y de la que le hablaba su madre.
Miró alrededor buscando un refugio pero ya era demasiado tarde y no había sitio donde esconderse.
Y entonces nuestra amiga cayó, con el corazón lleno de pájaros negros que le repetían una vez y otra vez…
“ VAMOS AL MAR”
“ VAMOS AL MAR”
Y gotita no quería mirar abajo para no ver a ese monstruoso devorador de gotas de lluvia al que todos llamaban: “MAR”
Ójala que aquello no hubiera pasado, ojala que estuviera junto a su madre y sus hermanas y jugando sobre su nube.
Ójala no hubiese aparecido aquel extraño olor ni aquel pájaro adivino… ahora todo estaba perdido para siempre, ¿para siempre?...
Entonces gotita conoció un sentimiento que nunca había experimentado en su corta existencia:”EL MIEDO”.
Y gotita caía y caía sobre aquella manta azul que cada vez era más y más cercana, más y más intensa.
No supo cuanto tiempo había permanecido inconsciente , pero cuando pudo abrir los ojos ya estaba experimentando esa sensación maravillosa de ingravidez. Se movía con total libertad, sin necesidad de viento alguno, sobre unos paisajes increíbles que estaban allí, el alcance de su mano, no como los que veía de lejos viajando sobre su nube…
Entonces pronunció el nombre Mágico:
-”¿MAMÁ?”.
-“Estoy aquí, gotita”, contestó una voz tierna y familiar, inconfundible para una joven gotita de agua… “estoy a tu lado”.
Aunque gotita no distinguía bien los contornos era sin duda alguna su madre quien le había hablado.
-”Mamá”, dijo entonces gotita, “he tenido mucho miedo, porque pensé que el mar nos comería y no volveríamos a estar juntas nunca más, que me alejaría de ti y de mis hermanas para siempre”.
-”cariño, le contestó su madre mientras la abrazaba, no tienes que temer al mar, porque el mar somos nosotras…”
Nadie sabe porqué el mar hace olas o mareas que se cruzan entre sí, sólo gotita conoce esos juegos, los que sus hermanas inventaron en la nube durante su largo viaje hacia el mar… si logras acercarte lo suficiente puedes escuchar miles de preguntas que una gotita inquieta lanza a los que tienen el corazón dispuesto a escucharla…
EL AMOR ESTÁ DENTRO DE CADA UN@.
Con todo mi cariño para tod@s mis seguidor@s
Un día hace ya un tiempo un “citrüeñigo blanco” me lo dedicó a mi…
Que lo disfrutéis tanto como yo.

viernes, 13 de agosto de 2010

Los seres de la luz

Hace muchos años ya, existían unos seres que eran dueños de la luz.
Estos seres eran muy felices y en su Tierra nunca había problemas, todo eran risas, juegos y buenos deseos.
Un día llegó a aquellas tierras un ser diferente, era mucho más grande que ellos y muy oscuro. Se puso en medio de ellos y comenzó a hablarles. Los dueños de la luz lo escucharon atentamente y descubrieron que tenía una cosa que pedirles… su deseo era quedarse a vivir entre ellos.
Los seres de la luz no lo dudaron, le ofrecieron su tierra, su luz y su amor al recién llegado.
Se instaló en aquel lugar y aunque al principio las cosas iban bien, los seres de la luz no tardaron en sentirse cansados, sin fuerzas. Su tierra, que siempre fue verde y fresca, comenzaba a perder su color y la luz era cada vez más débil.
Cuando los otros seres de la Tierra les pedían ayuda porque necesitaban luz, no podían ayudarlos porque no tenían luz ni para ellos y esto hacia que se sintieran muy mal… una sensación desconocida para ellos.
Sin embrago, mientras ellos se entristecían, alguien en aquellas tierras era muy, muy feliz.
Una tarde de tormenta horrorosa y vientos helados un pájaro con alas de fuego vino para avisarles; el ser oscuro os está robando la luz y no os quiere bien.
Todos entristecieron todavía más al saberse engañados e idearon un plan para echarlo de allí, pero como sin luz no tenían fuerzas, lo primero que hicieron fue pedirle ayuda al sol de poniente que sin dudarlo les regalo sus más bellos rayos.
Una vez recuperados, aunque no del todo, unieron sus fuerzas y pudieron invitar al ser oscuro a abandonar sus tierras.
Lentamente, a medida que iba alejándose todo volvió a la normalidad.

Y es que la Luz no se le puede ofrecer a cualquiera.

Con Cariño Nati.”Para tod@s mis seguidor@s”