
El otoño dio paso al invierno y el frío volvió a envolver las calles y plazas del pueblo. El final del calendario se acercaba y Javier estaba contento, porque sabía que en pocos días volvería a ver brillar la gran estrella que coronaba su árbol, y que su abuelo, como todos los años, volvería a contarle cómo se hizo de aquella estrella cuando la mamá de Javier era sólo una niña…
Se acercaba la Navidad y Javier pegaba su carita a los cristales del gran salón, le encantaba dejar empañados los cristales, y dibujar después en ellos, le encantaba salir con su abuelo a pasar esos días de Navidad, las calles tenían un olor especial a panecillos calientes, canela y limón. El abuelo de Javier a la mañana siguiente levantó temprano al pequeño, para decorar el gran árbol que decoraría esos días el salón. Los dos, abuelo y nieto, muy contentos e ilusionados, colocaban luces, bolas plateadas y adornos de los innumerables países que el abuelo y su madre habían visitado, cuando todos los adornos y luces estaban colocados dijo el abuelo: “Javier súbete a la escalera y corona él árbol”, el pequeño cogió la gran estrella y la puso en lo alto del árbol, terminando así su colocación . Cuando todo terminó de guardarse, se sentaron junto al árbol al lado de la chimenea y Javier dijo: “abuelo, cuéntame la historia de cómo te hiciste de la gran estrella del árbol”.
El abuelo todo orgulloso y rodeado de toda su familia comenzó diciendo: “tu madre era muy pequeña, ¿lo recuerdas hija?” Y la hija contestó; “cómo olvidarlo papá, pero cuéntalo”…”eran otros tiempos y no había tantas cosas como ahora, pero nosotros siempre adornábamos un pequeño arbolito de Navidad, poníamos bolas y cintas de colores, pero nunca encontramos la estrella que buscábamos y la hacíamos de cartón, la coloreábamos o la forrábamos de papel de plata, así un año y otro”.
“Tú madre, cuándo llegaba la Navidad y se acercaba el día de decorar el árbol, se ponía muy triste porque sabía que la estrella no estaba y un año más tendríamos que hacerla. Ese año cuando nos marchamos a descansar, yo me levanté y salí al porche, comenzaba a nevar, los copos eran tan suaves, que se podía ver la estrella que forman al caer. Pensé… si pudiese coger una para mi árbol, mi hija sería tan Feliz …y cerré los ojos y lancé un deseo y entré en casa pues el frió comenzaba a helarme los huesos”.
“A la mañana siguiente, cuando colocábamos los regalos junto al árbol y la abuela hacía la comida y los dulces pude darme cuenta que había un paquete que nadie había puesto, claro, no podía abrirlo hasta la noche de Navidad”…
- “¡Abuelo!”, interrumpió el pequeño Javier que comía una jugosa galleta en forma de muñequito que todos los años cocinaba con la abuela, “¿porqué no lo abriste y luego lo cerraste otra vez?”
- “Porque no tenía tarjeta y por lo tanto no era mío, hasta que el nombre apareciera en el paquete. Esperamos muy impacientes la noche de Navidad, con la peculiaridad de que la estrella que hizo tu madre ese año se caía cada vez que la colocábamos y ella se entristecía aun más”.
“Todas las noches pedía mi anhelado deseo y cuando llegó la noche de Navidad, cada uno abrió sus regalos y aquel regalo sin nombre quedó bajo el árbol. Decidimos abrirlo y pensamos hacerlo por turnos, primero la abuela pero el paquete no se abría, parecía hermético, después lo intenté yo y tampoco tuve éxito y cuando tu madre lo cogió entre sus manitas comenzó a moverse y todos nos quedamos perplejos porque al quitar la tapa una preciosa estrella, como los copos de nieve subió hasta el árbol. Brilla tanto porque es de cristal, por este motivo la guardamos con tanto cuidado y le damos este trato tan especial.
Así fue como me hice de la estrella que corona cada año nuestro árbol”.
Este cuento tiene una dedicación muy especial.
Esta dedicado al abuelo Paco, mi padre, que es la estrella que nos ilumina, para que en nuestros corazones sea siempre Navidad
Para mi hijo Javier, por la unión tan bonita que tenia con su abuelo y por ser la luz de nuestra esperanza
Y como no a mi hermana Pilar porque sin ella mi Navidad no tendría sentido.
Os kiero, Nati.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS-AS.
Se acercaba la Navidad y Javier pegaba su carita a los cristales del gran salón, le encantaba dejar empañados los cristales, y dibujar después en ellos, le encantaba salir con su abuelo a pasar esos días de Navidad, las calles tenían un olor especial a panecillos calientes, canela y limón. El abuelo de Javier a la mañana siguiente levantó temprano al pequeño, para decorar el gran árbol que decoraría esos días el salón. Los dos, abuelo y nieto, muy contentos e ilusionados, colocaban luces, bolas plateadas y adornos de los innumerables países que el abuelo y su madre habían visitado, cuando todos los adornos y luces estaban colocados dijo el abuelo: “Javier súbete a la escalera y corona él árbol”, el pequeño cogió la gran estrella y la puso en lo alto del árbol, terminando así su colocación . Cuando todo terminó de guardarse, se sentaron junto al árbol al lado de la chimenea y Javier dijo: “abuelo, cuéntame la historia de cómo te hiciste de la gran estrella del árbol”.
El abuelo todo orgulloso y rodeado de toda su familia comenzó diciendo: “tu madre era muy pequeña, ¿lo recuerdas hija?” Y la hija contestó; “cómo olvidarlo papá, pero cuéntalo”…”eran otros tiempos y no había tantas cosas como ahora, pero nosotros siempre adornábamos un pequeño arbolito de Navidad, poníamos bolas y cintas de colores, pero nunca encontramos la estrella que buscábamos y la hacíamos de cartón, la coloreábamos o la forrábamos de papel de plata, así un año y otro”.
“Tú madre, cuándo llegaba la Navidad y se acercaba el día de decorar el árbol, se ponía muy triste porque sabía que la estrella no estaba y un año más tendríamos que hacerla. Ese año cuando nos marchamos a descansar, yo me levanté y salí al porche, comenzaba a nevar, los copos eran tan suaves, que se podía ver la estrella que forman al caer. Pensé… si pudiese coger una para mi árbol, mi hija sería tan Feliz …y cerré los ojos y lancé un deseo y entré en casa pues el frió comenzaba a helarme los huesos”.
“A la mañana siguiente, cuando colocábamos los regalos junto al árbol y la abuela hacía la comida y los dulces pude darme cuenta que había un paquete que nadie había puesto, claro, no podía abrirlo hasta la noche de Navidad”…
- “¡Abuelo!”, interrumpió el pequeño Javier que comía una jugosa galleta en forma de muñequito que todos los años cocinaba con la abuela, “¿porqué no lo abriste y luego lo cerraste otra vez?”
- “Porque no tenía tarjeta y por lo tanto no era mío, hasta que el nombre apareciera en el paquete. Esperamos muy impacientes la noche de Navidad, con la peculiaridad de que la estrella que hizo tu madre ese año se caía cada vez que la colocábamos y ella se entristecía aun más”.
“Todas las noches pedía mi anhelado deseo y cuando llegó la noche de Navidad, cada uno abrió sus regalos y aquel regalo sin nombre quedó bajo el árbol. Decidimos abrirlo y pensamos hacerlo por turnos, primero la abuela pero el paquete no se abría, parecía hermético, después lo intenté yo y tampoco tuve éxito y cuando tu madre lo cogió entre sus manitas comenzó a moverse y todos nos quedamos perplejos porque al quitar la tapa una preciosa estrella, como los copos de nieve subió hasta el árbol. Brilla tanto porque es de cristal, por este motivo la guardamos con tanto cuidado y le damos este trato tan especial.
Así fue como me hice de la estrella que corona cada año nuestro árbol”.
Este cuento tiene una dedicación muy especial.
Esta dedicado al abuelo Paco, mi padre, que es la estrella que nos ilumina, para que en nuestros corazones sea siempre Navidad
Para mi hijo Javier, por la unión tan bonita que tenia con su abuelo y por ser la luz de nuestra esperanza
Y como no a mi hermana Pilar porque sin ella mi Navidad no tendría sentido.
Os kiero, Nati.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS-AS.